Era voluminosa y pesaba media tonelada. Para instalarla en el Pabellón I (entonces el único) de Ciudad Universitaria, hubo que acondicionar una sala de cien metros cuadrados. Usaba 5.000 válvulas de vidrio alojadas en 14 armarios y necesitaba un potente dispositivo de refrigeración. La bautizaron Clementina. Fue la primera computadora para fines científicos del país y comenzó a funcionar el 15 de mayo de 1961, hace casi 50 años.
En palabras de Raúl Carnota, uno de los compiladores de Historia de la Informática en Latinoamérica y el Caribe, Clementina fue el instrumento material de un proyecto que tenía como objetivos poner a la Argentina en un lugar de vanguardia en Computación, y a la vez dar soluciones a problemas sociales. En ese contexto Clementina fue parte del nacimiento de la Informática como disciplina académica en el país, nacimiento cristalizado con la creación del Instituto del Cálculo.
La máquina, poderosa para la época, tenía 4 kilobytes (Kbytes) de lo que hoy se llama memoria RAM, y 160 Kbytes de memoria externa, lo que hoy sería su disco rígido. Valores hoy superados por cualquier teléfono celular. Clementina no tenía monitor ni teclado. La entrada y salida de datos y programas se hacía mediante cintas de papel perforado.
Carnota -uno de los coordinadores de las celebraciones por el cincuentenario de Clementina que lleva adelante la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA- cuenta que para introducir datos se los perforaba en una cinta de papel, y que los resultados eran entregados en el mismo soporte, aunque en una segunda etapa se contó con una impresora.
Clementina era en rigor un modelo Mercury de la empresa inglesa Ferranti, y por ella se pagó una fortuna: unos 425 mil dólares de la época. Arribó al puerto de Buenos Aires el 24 de noviembre de 1960, y su llegada aparece ligada a la acción de varios destacados hombres de ciencia, entre ellos Manuel Sadosky y Rolando García.
Carnota contó a este medio que Sadosky fue uno de los que idearon la llegada de Clementina, mientras que García, vicepresidente del Conicet y decano de Exactas, era el motor político del proyecto. Puesto al tanto de la iniciativa, Bernardo Houssay, presidente del Conicet (y ya Premio Nobel) no la acompañó. Explica Carnota que aunque se contaba con el dinero, la inversión era cuantiosa, más para el pensamiento de un hombre tan austero como Houssay. Sin embargo, Rolando García logró convencer al Nobel de Fisiología y Medicina para que estuviera ausente cuando se debatiera la adquisición de Clementina, y el proyecto avanzó.
En el libro “Honoris Causa”. El legado de Manuel Sadosky, se cita a este científico diciendo sobre la máquina: “Hubo un grupo que se entusiasmó enormemente. Era una cosa nueva. Invité gente de todas las provincias y de Montevideo. (...) Llegamos a tener un instituto con cien personas especializadas en el uso de la computadora”.
¿Y por qué se llamó Clementina? Porque emitía la melodía de Oh My Darling, Clementine, una canción popular estadounidense. Los técnicos argentinos la programaron para que hiciera sonar algún tango, pero el nombre ya estaba puesto.
Clementina atendió necesidades de diferentes universidades del país y de empresas nacionales (solía funcionar 24 horas al día). Estuvo activa hasta 1971, cuando conseguir repuestos para mantenerla era tan difícil que se decidió dejar de usarla.
En palabras de Raúl Carnota, uno de los compiladores de Historia de la Informática en Latinoamérica y el Caribe, Clementina fue el instrumento material de un proyecto que tenía como objetivos poner a la Argentina en un lugar de vanguardia en Computación, y a la vez dar soluciones a problemas sociales. En ese contexto Clementina fue parte del nacimiento de la Informática como disciplina académica en el país, nacimiento cristalizado con la creación del Instituto del Cálculo.
La máquina, poderosa para la época, tenía 4 kilobytes (Kbytes) de lo que hoy se llama memoria RAM, y 160 Kbytes de memoria externa, lo que hoy sería su disco rígido. Valores hoy superados por cualquier teléfono celular. Clementina no tenía monitor ni teclado. La entrada y salida de datos y programas se hacía mediante cintas de papel perforado.
Carnota -uno de los coordinadores de las celebraciones por el cincuentenario de Clementina que lleva adelante la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA- cuenta que para introducir datos se los perforaba en una cinta de papel, y que los resultados eran entregados en el mismo soporte, aunque en una segunda etapa se contó con una impresora.
Clementina era en rigor un modelo Mercury de la empresa inglesa Ferranti, y por ella se pagó una fortuna: unos 425 mil dólares de la época. Arribó al puerto de Buenos Aires el 24 de noviembre de 1960, y su llegada aparece ligada a la acción de varios destacados hombres de ciencia, entre ellos Manuel Sadosky y Rolando García.
Carnota contó a este medio que Sadosky fue uno de los que idearon la llegada de Clementina, mientras que García, vicepresidente del Conicet y decano de Exactas, era el motor político del proyecto. Puesto al tanto de la iniciativa, Bernardo Houssay, presidente del Conicet (y ya Premio Nobel) no la acompañó. Explica Carnota que aunque se contaba con el dinero, la inversión era cuantiosa, más para el pensamiento de un hombre tan austero como Houssay. Sin embargo, Rolando García logró convencer al Nobel de Fisiología y Medicina para que estuviera ausente cuando se debatiera la adquisición de Clementina, y el proyecto avanzó.
En el libro “Honoris Causa”. El legado de Manuel Sadosky, se cita a este científico diciendo sobre la máquina: “Hubo un grupo que se entusiasmó enormemente. Era una cosa nueva. Invité gente de todas las provincias y de Montevideo. (...) Llegamos a tener un instituto con cien personas especializadas en el uso de la computadora”.
¿Y por qué se llamó Clementina? Porque emitía la melodía de Oh My Darling, Clementine, una canción popular estadounidense. Los técnicos argentinos la programaron para que hiciera sonar algún tango, pero el nombre ya estaba puesto.
Clementina atendió necesidades de diferentes universidades del país y de empresas nacionales (solía funcionar 24 horas al día). Estuvo activa hasta 1971, cuando conseguir repuestos para mantenerla era tan difícil que se decidió dejar de usarla.
Fuente: Los Andes Online
Sony estaba usando software antiguo
Siguiendo con la telenovela que ha protagonizado Sony en las últimas semanas, llega una nueva información que hará que los pocos usuarios de PSN que no estaban enojados con la empresa ahora lo estén.
El doctor en Ciencias de la Computación de la Universidad de Purdue, Gene Spafford, declaró hoy en una investigación que realiza una comisión del Congreso en Estados Unidos, que Sony estaba usando software desactualizado en sus servidores, y que sabía que eso era así meses antes de que ocurriera el hackeo.
Spafford explicó que existen foros donde expertos en seguridad independientes a la compañía monitorean los sistemas de Sony e informan a la empresa respecto de posibles problemas en sus sistemas.
Según Spafford, los expertos informaron a Sony sobre grandes (muy grandes) problemas en los servidores tres meses antes del hackeo. Sony estaba corriendo la PSN sobre un servidor que tenía una versión no actualizada de Apache. Además no había un Firewall instalado. Esto significaba que cualquier vulnerabilidad conocida para esa versión de Apache (que había sido parchada en las versiones posteriores) podía ser explotada fácilmente. Sin un Firewall, la tarea se hacía todavía más simple.
Si los dichos de Spafford son correctos, esto implica una negligencia de parte de Sony, por correr software desactualizado en servidores donde había información confidencial y protegida. Peor aún resulta el que la compañía estuviese informada de la situación y que no hiciera nada para remediarlo. Así, las cosas no están pintando nada bien para la compañía.
Link: Data security expert: Sony knew it was using obsolete software months in advance (Consumer Reports)
Nuevos monitores 3D Samsung
El mundo de la computación aparte de innovar su tecnología cada vez más, innova en diseño. Y es que son muchas las marcas que quieren llevar a sus usuarios modelos de móviles, computadores portátiles y monitores con aspecto espectacular y envidiable por sus competencias.
Este es el caso de Samsung que lleva la tecnología de sus televisores a su nueva serie de monitores para ordenadores los Samsung Series 7 y Series 9. Monitores con tecnología 3D, y diseños únicos en el mercado que los dejan como dos de los mejores monitores disponibles en la actualidad. Pero no solo su diseño es impresionante, sino también sus características ya que disponen de tecnología de gama alta de reproducción 3D, sincronizador TDT integrado y tecnología Ultra Clean Panel para disminuir y uniformar los reflejos.
La serie 7 cuenta con 23 pulgadas y resolución de 1080p, y cuesta alrededor de 430 euros, la serie 9 cuenta con 27 pulgadas y sincronizador TDT, por el precio de 800 euros. Ambos con paneles de tipo LED y una nueva tecnología llamada Magic Angle para mantener la misma calidad de imagen desde cualquier ángulo de observación. Las imágenes a continuación os mostraran lo espectacular de su apariencia.
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