Este Ferrari One de Acer es de los primers netbooks que hace una apuesta completa por la plataforma AMD, teniendo en cuenta que el mercado de los portátiles y de los netbooks esta absolutamente colapsada por Intel y sus pequeños procesadores Atom, AMD lo tiene muy difícil para mostrar algo realmente interesante. El portátil incluye un procesador de doble núcleo L310 Athlon X2, de 1.20GHz y una gráfica ATI Radeon HD 3200 de hasta 2GB (compartidos, en realidad son 256MB + 128MB dedicadas y el resto compartida tirando de RAM.
Un disco duro de 160GB, hasta 4GB de memoria RAM, con una pantalla LED de 11.6 pulgadas y una resolución de 1366×768 píxeles, por lo que los vídeos en 720p se podrán ver sin problemas.
En cuanto a conexiones no le falta nada, salida VGA paramonitores, 3 puertos USB, lector de tarjetas de memoria, salida y entrada para auriculares y puerto ethernet. En conexiónes inalámbricas incluye Bluetooth 2.1+EDR y parece que al final el WiFi será 802.11n (versión final).
Al ser un netbook que llega de la mano de ATI no podía faltar esta conexión que hay en el lateral izquierdo, ATI XGP, una conexión que se usa para conectar una gráfica externa que tiene salida HDMI, esta es la parte negativa, Acer ha querido crear un netbook de alta gama pero se le olvida incluir directamente una conexión HDMI, no tiene sentido para mi. Si se quiere aprovechar la capacidad gráfica de este portátil, más aun cuando hablamos de vídeo en 720p, mejor quitar ese puerto VGA y poner un HDMI, o incluso los dos.
Su tamaño y peso no es de netbook
Te lo comento arriba, pesa bastante, tiene una batería de 6 celdas que lo hace pesado y una pantalla grande de 11.6 pulgadas, pese a que entre dentro de la gama netbook no lo veo como un portátil perfecto para llevar a todos lados. Claro, es más ligero y pequeño que un portátil de 13 o 15 pulgadas, pero si lo tuviese que categorizar, lo pondría en la clase de portátiles secundarios para trabajar o incluso como portátil principal para los que piden que sea pequeño pero potente gráficamente. Por ejemplo, lo veo perfecto para llevármelo a algún viaje de trabajo y no tener que cargar con mi MacBook Pro de 15 pulgadas.
Precio 499€.
Galería Acer Ferrari One
¿Quieres mayores pechos? Una aplicación informática lo anticipa
¿Estás pensando en una reducción de estómago? ¿Necesitas mayores pechos? Ahora existe una aplicación informática para esto. De hecho, ahora existen dos aplicaciones de cirugía plástica para los iPhones de Apple que ofrecen a los usuarios información, juegos y la oportunidad a la gente de anticipar como se vería con una nueva nariz, un lifting de cara o muchos otros tratamientos.
La aplicación de cirugía plástica Shafer fue lanzada en octubre como el primer producto de las más de 85.000 ofertas de la tienda de aplicaciones del iPhone de Apple. Creada por el doctor David Shafer, de Nueva York, está dirigido a los pacientes modernos que son “sofisticados, curiosos y buscadores de información”, y se conecta en una base de datos de más de 1.000 preguntas y respuestas sobre procedimientos específicos de cirugía estética.
La aplicación Shafer se unirá pronto a iSurgeon, desarrollado por el cirujano estético de Miami Michael Salzhauer, que en 2008 firmó el libro My Beautiful Mommy, dirigido a ayudar a los niños de entre 4 y 7 años a hacer frente a la cirugía plástica.
iSurgeon combina un modo de juego que permite a los usuarios probar una operación con una característica que da a la gente la oportunidad de modificar al momento imágenes de sí mismos — o de sus amigos — a través de incrementos de labios, aumentos de pechos y docenas de otras mejoras. “iSurgeon tiene un doble objetivo, proporcionar a aquellos que están interesados en tratamientos de cirugía plástica una clara visión de cómo se verían a sí mismos tras la operación, a la vez de ser una herramienta de diversión”, dijo Salzhauer en un comunicado.
La aplicación de cirugía plástica Shafer costará 2,99 dólares (2 euros) en su versión completa, aunque iSurgeon será gratis durante el primer mes de circulación a finales de noviembre. Las dos aplicaciones se unirán a otras miles, entre las que están una aplicación de Virgin Atlantic para la gente que tiene miedo a volar, un juego de pizzas zombies y una aplicación de Barista para hacer cafés exóticos en casa.
En medio de estas controvertidas ofertas recientes se lanzó en octubre y rápidamente fue eliminada una aplicación llamada “AMP UP Before You Score” , que proporcionaba a los hombres frases para ligar con 24 estereotipos de mujeres, como linces, ratones de biblioteca y bordes.
Conversaciones en el aula de informática
Este mediodía he mantenido un intercambio de opiniones con el coordinador de informática de mi instituto. Él quería saber si yo era favorable a la tecnología de libros digitales que empieza a emerger. He reflexionado rápidamente y le he dicho que yo me sentía vinculado al libro físico. ¿Por qué? Porque me produce emociones llegar hasta él, firmarlo, subrayarlo, leerlo, tocarlo, olerlo, cerrarlo y guardarlo en mi biblioteca hasta nueva ocasión que quizás llegue algún día. Menacho, el coordinador, se interrogaba por esa necesidad afectiva que tengo hacia el libro. ¿Para qué? El libro puede almacenarse en soporte digital y tener acceso al texto siempre que quieras. ¿Pero me garantizas que dentro de diez años seguirá existiendo el mismo soporte digital o habrá periclitado? No, -me ha contestado- nadie sabe qué habrá pasado dentro de diez años, pero ¿qué importancia tiene? El valor de las cosas es fungible. No tienen por qué durar toda la vida. Duran lo que duran y mientras nos aprovechamos de ellas, me dice. Esto me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de los objetos para generaciones anteriores. Un objeto, un mueble, un libro era un elemento para toda la vida. Nuestra vida estaba unida a los objetos. Estos estaban ligados a nuestra vidas, eran nuestros compañeros. La filosofía de la modernidad es úsalo y tíralo. Desde los pañuelos a infinidad de elementos tecnológicos que ya no merece la pena reparar y los tiramos necesariamente. Ikea, la cadena sueca de muebles, ha establecido la filosofía de que un mueble no es para toda la vida. ¿Para qué queremos que dure toda la vida? Diez años es suficiente, parece decir Ikea, un ciclo, o medio ciclo vital. Y es una filosofía que ha calado. Ya los objetos son unos compañeros de ciclo de cinco o diez años. Me pregunto si esto tiene implicaciones vitales más profundas. En seguida he pensado en ese libro de Kundera que tiene un título genial pero que me desagrada profundamente por su fatuidad: La insoportable levedad del ser. Nunca el ser se ha visto tan contingente como ahora. Nada es estable, todo se transforma a velocidad de vértigo y nada permanece. Parece un koan budista. Todo es impermanente. Pero el ser humano padece la misma transitoriedad, la misma sensación de lo efímero en cuanto a su propia esencia. Todo va demasiado rápido y nos desgastamos a velocidad de vértigo. Estar en la cresta de la ola es demasiado costoso. Temo esa sensación de desgaste absoluto que tiene la contemporaneidad. Las relaciones humanas, las conversaciones, el tiempo para el diálogo, para ser, para permanecer, ofrece las mismas circunstancias de deterioro que los objetos. No soporto la levedad de los objetos a la vez que soy un entusiasta de la tecnología, sin la cual este blog no existiría. A la vez añoro las cartas físicas que nos escribíamos algún tiempo y que tenían una densidad mucho mayor que los correos electrónicos que ahora nos escribimos, añoro los espacios de encuentro que tenían mucha mayor sustancia que el facebook o el twitter, fenómenos de nuestro tiempo, ya sé que irrenunciables e imparables, pero añoro un sentir del mundo más estable, más profundo y más denso, más sereno. Todo va demasiado rápido. Quizás esto sea un efecto de mi edad y un joven ya no tenga las mismas coordenadas y viva en un mundo esencialmente efímero e impermanente. ¿Tiene alguna importancia leer los libros en soporte físico –el papel- o soporte digital? Supongo que no, pero ya sabemos hace algún tiempo, gracias a Marshall McLuhan, que el medio es el mensaje. Ese soporte evanescente, impermanente de lo digital nos hace quizás livianos, etéreos, sin demasiada dimensión. El ser humano desde el tiempo de los clásicos ha temido esa liviandad pero nunca ha sido tan real como es en nuestro tiempo. Tempus fugit. El ser humano no acaba de encontrar su esencia. Veo a mis alumnos inquietos, sin saber a qué mundo pertenecen, si es que pertenecen a algún mundo que no vaya a cambiar veinte veces a lo largo de su vida. Nuestros abuelos vivieron mundos más estables que cambiaron también dramáticamente, pero nunca la realidad ha sido tan inestable como la que vivimos ahora. Antes los cambios tenían una dimensión que era acogida como una nueva etapa en la vida y que se celebraba o lamentaba. Ahora vivimos en una transformación permanente en la que no sabemos a qué asirnos. ¿Cómo crecerá la sabiduría en este terreno? Porque crecerá no me cabe duda, pero lo que no sé si será un aprendizaje compartido. Uno que es aficionado a la literatura y a la cultura africana se pregunta si la enorme riqueza que supone la tradición (también esclavitud) y el acceso a la sabiduría que implica ¿por qué será sustituido en un mundo sin raíces? Temo vivir sin raíces, yo que he crecido sin ellas, pero siempre he ansiado la serenidad, el goce del detenimiento, la eternidad.
Menacho, desde luego no compartía nada de mi visión, ni de mi pesimismo, ni de mi añoranza, sino todo lo contrario. El mundo está bien siendo impermanente. Al final nos morimos y ¿qué permanece?, mientras tanto las cosas cambian continuamente. Es así. Y no hay muchas vueltas que darle, es el sino de nuestro tiempo.
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